LUISA en el PARÍS de las MARAVILLAS




Cuando yo era joven se vivía de otra manera. Muy distinta a la de ahora. De niñas al colegio a estudiar lo mínimo, no hacías carrera universitaria, salías del colegio y se solía tener servicio, no dabas golpe y a ponerte guapa para salir a pasear. Qué absurdo!, es más duro lo de ahora pero también más lógico. 

Le dábamos muchísimo merito a mi hermana, la mayor de nueve hermanos, que se fue a estudiar una carrera sin pensarlo dos veces y pasándolas canutas. Quiso ayudar a la familia. Le sacó mucho partido y a la larga a ella le vino muy bien. 

Bueno ya me conocéis soy una exagerada, la verdad es que sí hacia cosas. Cuando me ponía a limpiar muebles era imparable. Los dejaba como nuevos. Además tenia mucha fuerza y si había que moverlos , cargaba con ellos. Siempre los estaba cambiando, me aburría verlos siempre en el mismo sitio. Cuando me ponía a coser, era la locura, en un día tenia que terminar la labor. En una ocasión una amiga que vivía en Sevilla y tenia una tienda de ropa para bebés, me encargó baberos para su tienda. Hice cantidad, los hacia como churros. Esta amiga venia en verano a Galicia, con su hermana, La familia era de aquí. Era un bellezón, íntima amiga mia. Lo pasábamos de maravilla. 

Una tarde de toros, fuimos invitadas a la corrida por el rejoneador que esa tarde toreaba y que era amigo de un familiar . Él no le quitaba ojo a mi amiga mientras rejoneaba y luego la llamó para quedar y me dijeron que fuera yo también pues le acompañaba su mozo de espadas, muy amigo del rejoneador. Ella estaba nerviosisima y nos fuimos a cenar con ellos al gran hotel de la Toja. Lo pasamos muy bien y ella volvió enamoradísima. Nos despedimos, cada una a su casa, cuando me llama mi amiga que estaba como loca, porque antes de irse él la quería volver a ver. Yo me entero por alguien que el torerito estaba casado y como buena amiga se lo tengo que decir para que la cosa no fuese a mas . Pobre, no lo podía creer, qué disgusto ! Y así terminó la cosa. 

Recuerdo otro verano como "el verano de la francesita". hicimos un intercambio con una estudiante francesa , y el día que llegó, mi hermana y yo nos la llevamos al casino. Le presentamos a nuestro amigos pero allí no había ambiente y decidimos irnos todos a Vigo pensando que lo pasaríamos mejor. Nos metimos seis en un seiscientos. Ya no recuerdo como lo pasamos en Vigo pero no me puedo olvidar del viaje de vuelta. El coche derrapó y dimos dos vueltas de campana. Qué susto! y qué suerte tuvimos. Recuerdo un silencio aterrador hasta que alguien preguntó: ¿ Estáis bien?. Yo iba al lado del conductor, a este se le había clavado algo en la frente y chorreaba sangre encima de mi blusa. Mi hermana al verme así, pensó que yo estaba grave y lloraba, pero por suerte no me habia pasado nada, un milagro. Nos recogieron y no se lo dijimos a mi padre. Mi hermana al poco tiempo empezó a quejarse del cuello, se había roto algo y hubo que escayolarla. Fue la única herida, pobrecilla, que mal lo pasó ese verano. Y menos mal, seria peor que eso le hubiera pasado a la francesita, que acababa de llegar . 

"La francesita" era una niña bien y educada. Se quedó un mes con la intención de aprender español, pero se fue como vino. Yo la entendía, y a mi padre como había estudiado en Lieja, le gustaba hablar con ella en francés, lo hablaba perfecto. 

Como era un intercambio, yo iría a su casa en sus vacaciones de verano. Me apetecía mucho, así que buscamos la manera mas fácil y mas económica de viajar al pueblo de Lille, al norte de Francia , donde vivía ella con su familia. No sabéis la ilusión que me hacia viajar al extranjero por primera vez. No se viajaba tanto en aquella época a esa edad, no como ahora. Sin ir mas lejos, mi nieta a los veintidós años ya se había recorrido casi medio mundo. 

Pues al final me fui a Francia en barco. Se le ocurrió a mi padre. Seguro que seria su manera de viajar en aquellos tiempos remotos. Embarqué en Vigo hasta el "Havre" . Dia y medio de pasaje. Allí me esperaba la francesita y sus hermanos. Nos quedamos a dormir por el camino en un palacete de su familia, cerca del puerto. Una cena impresionante! yo no esperaba aquel lujo, tanto servicio, estaba incómoda, me veía mal vestida, incapaz de pronunciar palabra, deseando acabar y desaparecer. Parecía la serie "Arriba y abajo" . Eran amables y yo creo que entendían mi actitud, pero como estaba deseando salir de allí no aprecié el ambiente, aunque seguro que me hubiera acostumbrado. ¿A quién no le gusta vivir a todo lujo una temporada? 


Llegamos a su casa en un pueblo al norte de Lille, entramos por un jardín precioso y al fondo un chalet, típico francés, blanco con el tejado de pizarra, negro. Nos recibió su madre , viuda, muy mona y simpática. Inspiraba confianza. Yo me llevaba muy bien con todos, aunque había mucha disciplina y cosas para mi "raras" . Por ejemplo solo tenían un baño, los retretes fuera y los lavabos en las habitaciones. Te ponían el día y la hora en la que te podías bañar. Para almorzar aperitivos y el café ceremonioso en el jardín. A continuación desaparecían todos, se metía cada uno en su habitación y eso era un rollo para mi. Luego a media tarde nos componíamos para cenar. Las cenas eran espléndidas , unos asados riquísimos que trinchaban en la mesa, cantidad de guarniciones y vino. A esto del vino yo no me acostumbraba, quería agua, pero me decían que no, que el agua hacia daño con la comida, que se hinchaba la tripa. Me tuve que aguantar y acostumbrarme a beber vino. 

La gracia que le hizo a mi padre cuando le dije al volver que quería comer con vino. En casa nunca bebíamos vino en la comida, pero bueno, me seguía gustando mas el agua, así que se me pasó enseguida la tontería del vino. 

Hace no mucho hablando con mi hermana de si sienta bien beber vino en la comida. Me comentaba lo bien que están las señoras que comen con ella en la residencia y algunas no pueden prescindir de vino y por eso, dice ella, que se conservan estupendamente. 

Pero bueno, volvamos a Francia. Después de cenar salíamos casi siempre a casa de sus amigos para celebrar algo y se bailaba como en España en los "guateques". En una de esas fiestas empezaron a sonar sevillanas y todos querían que las bailase. Qué vergüenza! , yo ni idea de sevillanas. No sabia donde meterme. Menos mal que se me ocurrió animar a todos para que bailaran y la que se organizó!, se bailó de todo. 

La verdad es que volví muy contenta de mi estancia en Francia y de aquella familia. Muy buena gente, me trataron estupendamente, todos cariñosos y espléndidos. Por mi santo, la señora de la casa me regaló un viaje a Paris con su hija, invitadas a todo. Recuerdo el hotel Royal estupendo, que era donde se alojaba su familia cuando iban a Paris, frente a la Madeleine. Nos dieron invitaciones para ir a ver a Luis Mariano en el teatro "Le Chatelet" ( qué antigüedad ) . Recorrimos todo Paris, Museos, tiendas, restaurantes. Terminamos agotadas, pero lo pasamos muy bien. 


De regreso al puerto para volver a España, paramos otra vez en el palacete para acortar el camino. Esta vez me encontré mas cómoda aunque el tiempo era infernal. Me despedí en el puerto y embarqué de nuevo de vuelta. 

Entré en el camarote que compartía con dos chicas, simpáticas , españolas, pero que ya estaban algo mareadas con el vaivén del barco. Y cada vez se ponían peor. Yo tan fresca. me apetecía salir, ver gente, comer algo. Salgo del camarote dando bandazos de una pared a otra de tanto que se movía el barco. No había nadie por el pasillo. Llego al comedor deseando cenar y tampoco hay nadie. Levanto la voz: Camarero! pero nada... hasta que oigo un murmullo debajo de una mesa que me dice que está toda la tripulación mareada y que va para largo;  váyase y acuéstese !

Me fui fastidiada sin cenar pero pensando de que pasta estaré hecha para no marearme como todos los del barco. Volví dando bandazos, deseando llegar al camarote para comerme unas galletas. Abrí la puerta y Zas! un gran portazo. Casi me cae una maleta encima, las compañeras con toallas y palanganas. Lo mismo estaba yo en una esquina, que corriendo llegaba a la otra, me caía, me levantaba y vuelta a empezar, no se oían mas que golpes. Tremendo , yo una inconsciente , casi me divertía con lo que estaba pasando, cuando me entero de que todos los pasajeros estaban aterrados por lo que le podía pasar al barco. 

Me esperaba mi padre en el puerto de Vigo. Le dio mucho gusto verme llegar tan tranquila. Fue noticia ese temporal aquel 31 de Julio, y me enteré después que muchos barcos ese día se fueron a pique. El peligro mayor, fue según decían, el pasar por el golfo de Vizcaya. Ahora por muchas circunstancias le tengo mucho respeto al mar. 

A Francia me fui sin un centimo, y no olvido y me emociono recordando cuando me llegó dinero que me mandaba mi hermano de su primer sueldo. Todos mis hermanos y cuñados han sido cariñosisimos conmigo. Siempre me cuidaron y me ayudaron, sobretodo cuando murió mi marido. 

Hablando de viajes, el último que hice por carretera, lo pasé fatal. Conducía mi hijo que conduce estupendamente. Le di el viaje!. La autopista me da vértigo, llovía, se empañaban los cristales, yo no veía , él quería y podía adelantar, pero yo no le dejaba, le ponía nervioso y así todo el viaje. Tuvo que parar a descansar de la paliza que le estaba dando. Comprendo lo mal que lo pasó y después de aquello  yo no quise volver  a viajar nunca mas en coche por carretera.

Así que la manera mas cómoda para mi de viajar ahora es el tren. Aunque de Galicia a Madrid es un viaje pesadísimo, la ventaja es que la estación la tengo al lado de mi casa y si tengo poco equipaje voy andando. Alguna vez viajo en coche-cama porque no encuentro otro billete, pero no me gusta. Viajo siempre con mi hijo. Las literas son agobiantes y soy yo la que se sube a la de arriba. Lo encuentro incomodisimo y hasta peligroso. Para todo hay que bajar. Una pereza! 

En una de esas bajadas de la litera , necesitaba salir al aseo. Hacia mucho calor, era tarde y no me puse bata. Salí en camisón y descalza, pensando que lo tenia cerca y no me vería nadie, pero no lo encontré! . Quise volver al compartimento, pero no me acordaba cual era el nuestro, por poco me meto en uno que no era el mío, no había nadie a quien preguntar y empecé a correr por los pasillos de los vagones buscando algun encargado del tren. A los que iban sentados los desperté y pensarían que era una loca en camisón y descalza con cara de asustada. Recuerdo lo mal que lo pasé, de infarto, fatal, peor imposible! .

Todo el mundo tiene algun despiste, pero creo que no tantos como yo. Menos mal que luego me divierto con estas cosas.


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