Tengo todo el día para rezar el Rosario, no encontraba el momento para rezarlo de una manera más profunda y espiritual, pero no cabe duda que hay algo, sobre todo ahora con la encerrona, que nos empuja a no distraernos y sentimos que vuelve con más fuerza y con mas devoción. Es una suerte disfrutar rezándolo , además de sentirse bien espiritualmente , también creo que es saludable, tal como yo lo rezo al menos , a mi manera. Antes de acostarme, es entonces cuando llega el rato más entrañable del día, le pido al Santo Padre Juan Pablo II el rosario que tengo colgado de su foto que tengo enmarcada y que me de la mano para no caerme por el camino que voy a emprender, cojo mi bastón y a pasear por el pasillo de arriba abajo, inspirada y tan preparada comienzo a rezar, repasando y acordándome de todos , y pidiendo ayuda sobre todo para los más necesitados que se encuentran solos. En mi rosario cabe de todo, hasta me atrevo a rebañar algun Ave María para disponer la comida del día siguiente, la pesadilla que no me la quito de encima. Suprimo la letanía, acordándome de ella.
Antiguamente , el Rosario se solía rezar en familia, en las casas de familias numerosas como en la mía, era difícil reunir a todos para rezarlo y había que buscar el momento, recuerdo que lo rezábamos después de comer, mi padre se levantaba de la mesa deprisa y corriendo buscando el rosario para que no se le escapase nadie y poder rezar aquellos desordenados rosarios. Al mismo tiempo se tomaba el café después de comer, asi que era imposible empezar a rezar, el café había que tomarlo calentito, alguien no podía más se dormía y roncaba, el otro que necesitaba ir al baño, el teléfono antiguo que sonaba en la sala ,al final la letanía a grito pelado porque mi padre pobre perdía la paciencia y ya no quedaba nadie en aquella confortable sala.
En verano, rezábamos un rosario muy original. Las tardes después de la playa, nos refrescaba aparecer por el parque del casino ¡¡antiguo¡¡ que se ponía muy animado, donde nos reuníamos con los amigos y se bailaba hasta anochecer. Mi padre se daba un paseíto y volvíamos con él a casa muy contentos bailando y cantando lo que entonces estaba de moda. El Tico tico por ejemplo, ¿os suena? Me parece que no.
Ya cansados, y para ya tenerlo hecho, decidimos rezar el rosario por el camino, caminábamos despacio columpiando las bolsas de la playa, alumbrando con los mecheros que encendíamos los fumadores que éramos bastantes o casi todos, parecía una procesión autentica como si llevásemos el viatico a los enfermos, la gente nos miraba asombrada y muchos decidían acompañarnos, algunos desistían, pero otros más piadosos por si acaso nos seguían. Nosotros con disimulo nos dábamos la vuelta para ver la cantidad de gente que nos seguía hasta el final convencidos de que era algo importante.
Aquellos Rosarios tan divertidos, ahora sólo los recuerdo yo.
Yo recuerdo que mi padre nos contaba esta misma historia. Me encantan las historias de cuando eráis pequeños. Qué bien que nos las cuentes!!!
ResponderEliminarAhora ya de mayor,solo quedó yo y me gustá recordar, gracias
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